23 de septiembre de 2012

La canción de las tormentas

Adoro el otoño. Pero por alguna extraña circunstancia que se llama haber empezado el verano un mes más tarde, este año no quiero que llegue el otoño, no tan pronto. Realmente esto no es verano ni es nada, verano con los atributos típicos de un verano de toda la vida propiamente dicho. Aún así el otoño se acerca despacito, y cuando venga lo querremos como siempre, como queremos con locura a todos los cambios de estación. Por eso hoy está nublado, y como todos los días nublados y de lluvia, en especial cuando está nublado y llueve después de muchos días de sol, cuando empieza a oler a tierra mojada, es un día con un nosequé, diferente al primer día cálido de la primavera, con sensaciones distintas, pero igual de emocionante.
No será un otoño de sopas de verdad, ni de jerseys nuevos de mayoral ni todo eso que viene todos los Septiembres a rondarme por la cabeza un poquito y que este año se ha adelantado, pero supongo que dentro de diez años recordaré los nuevos otoños como algo igual de entrañable, por eso debo empezar a pensar en perfectos otoños yendo a la facultad lloviendo y en inicios de curso de esteañomelotomoenserio, cambios de horario, falta de luz en el piso falto de luz, y Salamanca tormentosa. Y Madrid, Madrid un otoño lluvioso en el retiro, o por Gran Vía.
En otoño es lo más bonito que hay, cuando hay viento y se lleva el marrón, y los paraguas no dejan ver los barquitos de papel de periódico que se cuelan en las alcántaras-alcantarillas.

Madrid - Ciero cedarme zontigo fefé... Es el cerío! - Fotolog